Continuando con las niñas de la familia, quedaba hacerle una keka a mi sobrina Marta. La única novedad era que iba a ser sorpresa, como regalo de santo y, por lo tanto, no pudo opinar sobre cómo la quería.
Como el pelo es un autentico rollazo… esta vez innové un poquito:
En vez de hacerlo una vez terminada la muñeca, va cosido. Sí, sigue siendo pelo a pelo, pero así es más difícil quitárselo o que se le caiga. Lo malo es que tienes que saber hasta dónde quieres ponerlo antes de terminar la cabeza…
Con la cabeza ya terminada y parte del cuerpo, ya sí te puedes hacer una idea mejor de cómo va a quedar. Esta vez tenía claro que no quería que tuviera el pelo largo, quería que fuera más original.
Ha salido más esbelta que la de sus primas…
Pero sonriente como la que más:
Y aquí, como una estrella de cine, con luz propia 😉
En estos casos, cuando haces algo que sabes que no va a ser para ti, te “reconforta” imaginar la cara que pondrá la persona a la que se lo vas a dar. Hay que recordar que estos muñequitos se tiran cierto tiempo entre mis manos y otro tanto en mi cabeza, cada uno lleva algo de mí y cuesta separarse…
Esta vez no pude ver la cara de Marta cuando la vio 🙁 pero me llamó corriendo por teléfono para preguntarme una y mil veces: “pero tía, ¿la has hecho tú?” ¡¡¡¡jejejeje, sigo sorprendiendo!!!!
Hola! me pareció buenísima la idea de colocarle el pelo! Yo también hice un par de ellas y es todo un trabajo hacer la peluca…pero quedan tan bonitas!!!
Saludos, Andrea.
Gracias!! La verdad es que después las ves terminadas y se te olvida lo que es ir pelo a pelo 😀