Desde Sestao, Eva, me hizo un pedido:
Se había quedado prendada del
Vikingo de Sito y quería uno para ella, así que, después de demostrar una paciencia increíble, esperar a que me mudase, pusiera un poco de orden entre las cajas y sacara tiempo entre el trabajo, la niña y garbancito segundo….
Su vikingo comenzó a tener forma:
Esta vez he modificado el pelo (el pobre no sale nada favorecido, pero es lo que tienen las sesiones de peluquería) lleva más trenzas que se trenzan con la barba:
Como en el otro, toda su ropa se puede quitar, a excepción del casco:
¡Tachán!
A ella le gustó mucho y yo volví a disfrutar hacíéndolo, así que, ¡todos ganamos!